Biomarcador en las heces ayuda a diagnosticar la enterocolitis necrotizante en los bebés prematuros
Por el equipo editorial de LabMedica en español Actualizado el 25 Nov 2019 |
Imagen: Representación con dibujos animados de la estructura molecular de la proteína, fosfatasa alcalina (Fotografía cortesía de Wikimedia Commons)
La identificación de un nuevo biomarcador permitirá a los médicos diagnosticar mejor la enterocolitis necrotizante, una enfermedad devastadora que afecta a los bebés prematuros.
La enterocolitis necrotizante (ECN) es una afección médica en la que una porción del intestino muere. Por lo general, ocurre en recién nacidos de cualquier sexo que son prematuros o que se encuentran enfermos. Los síntomas pueden incluir mala alimentación, hinchazón, disminución de la actividad, sangre en las heces o vómitos de bilis. La inflamación del intestino conduce a una invasión bacteriana que causa daño celular y muerte celular, provocando necrosis del colon y el intestino. Alrededor del 7% de los que nacen prematuros desarrollan ECN. El inicio es típicamente en las primeras cuatro semanas de vida. Entre los afectados, aproximadamente el 25% muere.
Dado que se sabe que la actividad de la fosfatasa alcalina intestinal (iAP) señala el proceso químico que desencadena la inflamación, los investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Luisiana (Nueva Orleans, EUA) examinaron la abundancia y la actividad enzimática de la iAP vertida en las heces por los recién nacidos con el fin de evaluar la correlación de dos mediciones bioquímicas de la iAP con la gravedad de la ECN.
La fosfatasa alcalina intestinal es secretada por los enterocitos, y parece desempeñar un papel fundamental en la homeostasis intestinal y la protección, así como en la mediación de la inflamación a través de la represión aguas abajo de la cascada inflamatoria dependiente del receptor tipo Toll (TLR-4) y de MyD88. La enzima desfosforila ligandos microbianos tóxicos/inflamatorios como son los lipopolisacáridos, los dinucleótidos de citosina-guanina no metilados, la flagelina y los nucleótidos extracelulares como la uridina difosfato o el ATP. Por lo tanto, se ha implicado la expresión alterada de la iAP en las enfermedades inflamatorias crónicas como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). También parece regular la absorción de lípidos y la secreción de bicarbonato en la mucosa duodenal, que regula el pH de la superficie.
El estudio diagnóstico multicéntrico actual incluyó 136 bebés prematuros (edad gestacional, menos de 37 semanas). Se recogieron muestras de heces infantiles entre las 24 y las 40 semanas o más de edad post-concepción. A los niños inscritos les practicaron una radiografía abdominal a discreción del médico y del hospital. Se midieron la actividad enzimática y la abundancia relativa de la iAP utilizando detección fluorométrica e inmunoensayos, respectivamente.
Los datos mostraron que de los 136 bebés, 68 (50,0%) eran varones; el peso medio al nacer fue de 1050 g y la edad gestacional mediana fue de 28,4 semanas. Un total de 25 niños (18,4%) fueron diagnosticados con ECN grave, 19 (14,0%) tenían probabilidad de sufrir de ECN, y 92 (66,9%) no tenían ECN; 26 pacientes (19,1%) fueron diagnosticados con sepsis de inicio tardío y 14 (10,3%) tenían otras infecciones en sitios diferentes del tracto gastrointestinal.
Los resultados del análisis de iAP revelaron que las altas cantidades de la proteína fosfatasa alcalina intestinal en heces combinadas con la baja actividad de la enzima fosfatasa alcalina intestinal se asociaron con el diagnóstico de enterocolitis necrotizante. No hubo asociación de los niveles de fosfatasa alcalina intestinal con la infecciones de un sitio diferente al tracto gastrointestinal.
“La AP intestinal es el primer biomarcador de diagnóstico candidato, único en su valor predictivo para la ECN”, dijo el autor principal, Dr. Sunyoung Kim, profesor de bioquímica y biología molecular en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Louisiana. “Se correlaciona solo con la ECN y no se asocia con sepsis u otras infecciones no gastrointestinales. El potencial clínico de esta herramienta no invasiva radica en su uso para identificar a los bebés con mayor riesgo de desarrollar ECN y facilitar el manejo de la alimentación y los regímenes de antibióticos además de controlar la respuesta al tratamiento”.
El estudio fue publicado en la edición en línea del 8 de noviembre de 2019 de la revista JAMA Network Open.
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Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Luisiana
La enterocolitis necrotizante (ECN) es una afección médica en la que una porción del intestino muere. Por lo general, ocurre en recién nacidos de cualquier sexo que son prematuros o que se encuentran enfermos. Los síntomas pueden incluir mala alimentación, hinchazón, disminución de la actividad, sangre en las heces o vómitos de bilis. La inflamación del intestino conduce a una invasión bacteriana que causa daño celular y muerte celular, provocando necrosis del colon y el intestino. Alrededor del 7% de los que nacen prematuros desarrollan ECN. El inicio es típicamente en las primeras cuatro semanas de vida. Entre los afectados, aproximadamente el 25% muere.
Dado que se sabe que la actividad de la fosfatasa alcalina intestinal (iAP) señala el proceso químico que desencadena la inflamación, los investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Luisiana (Nueva Orleans, EUA) examinaron la abundancia y la actividad enzimática de la iAP vertida en las heces por los recién nacidos con el fin de evaluar la correlación de dos mediciones bioquímicas de la iAP con la gravedad de la ECN.
La fosfatasa alcalina intestinal es secretada por los enterocitos, y parece desempeñar un papel fundamental en la homeostasis intestinal y la protección, así como en la mediación de la inflamación a través de la represión aguas abajo de la cascada inflamatoria dependiente del receptor tipo Toll (TLR-4) y de MyD88. La enzima desfosforila ligandos microbianos tóxicos/inflamatorios como son los lipopolisacáridos, los dinucleótidos de citosina-guanina no metilados, la flagelina y los nucleótidos extracelulares como la uridina difosfato o el ATP. Por lo tanto, se ha implicado la expresión alterada de la iAP en las enfermedades inflamatorias crónicas como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII). También parece regular la absorción de lípidos y la secreción de bicarbonato en la mucosa duodenal, que regula el pH de la superficie.
El estudio diagnóstico multicéntrico actual incluyó 136 bebés prematuros (edad gestacional, menos de 37 semanas). Se recogieron muestras de heces infantiles entre las 24 y las 40 semanas o más de edad post-concepción. A los niños inscritos les practicaron una radiografía abdominal a discreción del médico y del hospital. Se midieron la actividad enzimática y la abundancia relativa de la iAP utilizando detección fluorométrica e inmunoensayos, respectivamente.
Los datos mostraron que de los 136 bebés, 68 (50,0%) eran varones; el peso medio al nacer fue de 1050 g y la edad gestacional mediana fue de 28,4 semanas. Un total de 25 niños (18,4%) fueron diagnosticados con ECN grave, 19 (14,0%) tenían probabilidad de sufrir de ECN, y 92 (66,9%) no tenían ECN; 26 pacientes (19,1%) fueron diagnosticados con sepsis de inicio tardío y 14 (10,3%) tenían otras infecciones en sitios diferentes del tracto gastrointestinal.
Los resultados del análisis de iAP revelaron que las altas cantidades de la proteína fosfatasa alcalina intestinal en heces combinadas con la baja actividad de la enzima fosfatasa alcalina intestinal se asociaron con el diagnóstico de enterocolitis necrotizante. No hubo asociación de los niveles de fosfatasa alcalina intestinal con la infecciones de un sitio diferente al tracto gastrointestinal.
“La AP intestinal es el primer biomarcador de diagnóstico candidato, único en su valor predictivo para la ECN”, dijo el autor principal, Dr. Sunyoung Kim, profesor de bioquímica y biología molecular en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Estatal de Louisiana. “Se correlaciona solo con la ECN y no se asocia con sepsis u otras infecciones no gastrointestinales. El potencial clínico de esta herramienta no invasiva radica en su uso para identificar a los bebés con mayor riesgo de desarrollar ECN y facilitar el manejo de la alimentación y los regímenes de antibióticos además de controlar la respuesta al tratamiento”.
El estudio fue publicado en la edición en línea del 8 de noviembre de 2019 de la revista JAMA Network Open.
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