Panel de proteínas predice el riesgo para el desarrollo de la enfermedad cerebral de vasos pequeños
Por el equipo editorial de LabMedica en español Actualizado el 17 Feb 2020 |
Imagen: Estructura de la solución de la proteína IL-18 (interleuquina 18) (Fotografía cortesía de Wikimedia Commons)
Una red de seis biomarcadores inflamatorios centrados en la interleuquina-18 (IL-18) puede predecir el riesgo de desarrollo de enfermedad cerebral de vasos pequeños (CSVD, por sus siglas en inglés), una enfermedad cerebral diagnosticada actualmente utilizando la resonancia magnética (RM).
La CSVD puede conducir a un mayor riesgo de múltiples formas de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer y accidente cerebrovascular. El síndrome se caracteriza por cambios patogénicos en la sustancia blanca del cerebro. La materia blanca es el tejido a través del cual pasan los mensajes entre diferentes áreas de materia gris dentro del sistema nervioso central. La sustancia blanca es blanca debido a la mielina, la grasa que rodea las fibras nerviosas (axones). Esta mielina se encuentra en casi todas las fibras nerviosas largas y actúa como un aislamiento eléctrico, lo cual es importante porque facilita la transferencia de mensajes de un lugar a otro. A diferencia de la materia gris, que alcanza su punto máximo de desarrollo en los veinte años de una persona, la materia blanca se sigue desarrollando y alcanza su punto máximo en la mediana edad.
Dado que actualmente la CSVD solo se puede diagnosticar mediante una resonancia magnética después de la aparición de demencia o accidente cerebrovascular, los investigadores de la Universidad de California, Los Ángeles (EUA) trataron de determinar si una red interconectada de biomarcadores inflamatorios centrados en IL- 18 y todas las lesiones asociadas previamente a la sustancia blanca podrían detectar cambios patógenos en la sustancia blanca.
Para este estudio, los investigadores midieron las hiperintensidades de la sustancia blanca cerebral (WMH) y el agua libre (FW) en una cohorte de 167 personas cuya edad promedio era 76,4 años y que tenían cognición normal o deterioro cognitivo leve. Además, se midieron los niveles séricos de una red biológica de moléculas de inflamación que incluyen la MPO (mieloperoxidasa), el GDF15 (factor de crecimiento/diferenciación 15), la RAGE (proteína quinasa MOK), el ST2 (receptor 1 de la interleuquina 1), la IL-18 y la MCP (proteína quimioatrayente de monocitos 1). A un subgrupo compuesto por 110 de los participantes también les realizaron una resonancia magnética cerebral mientras que otros 49 fueron examinados por imagenología de tensor de difusión.
Los resultados revelaron que los individuos cuyas pruebas de resonancia magnética o tensor de difusión mostraron signos de CSVD tenían niveles significativamente elevados de las seis proteínas de la sangre. Aquellos con niveles superiores a la media de las seis proteínas inflamatorias tenían el doble de probabilidades de tener signos de CSVD en una resonancia magnética y un 10% más de probabilidades de mostrar signos tempranos de daño en la sustancia blanca.
En una segunda cohorte de 131 individuos que se presentaron para la evaluación de déficits neurológicos agudos después de un accidente cerebrovascular, los investigadores midieron los niveles séricos de 11 biomarcadores inflamatorios. Los resultados de los análisis de sangre de individuos en esta cohorte mostraron que los niveles elevados de las proteínas relacionadas con IL-18 se correlacionan con cambios en la sustancia blanca en el cerebro, detectables mediante resonancia magnética.
“Me sorprendió gratamente que pudiéramos asociar la inflamación del torrente sanguíneo con la CSVD en dos poblaciones bastante diferentes”, dijo el autor principal, el Dr. Jason Hinman, profesor asistente de neurología en la Universidad de California, Los Ángeles. “La esperanza es que esto genere una nueva prueba de diagnóstico que los médicos pueden comenzar a usar como una medida cuantitativa de la salud del cerebro en personas que corren el riesgo de desarrollar enfermedad cerebral de vasos pequeños. Tenemos la esperanza de que esto establecerá el campo en los esfuerzos más cuantitativos para la CSVD para que podamos guiar mejor las terapias y las nuevas intervenciones”.
El estudio sobre la CSVD se publicó en la edición en línea del 24 de enero de 2020 de la revista PLoS One.
Enlace relacionado:
Universidad de California, Los Ángeles
La CSVD puede conducir a un mayor riesgo de múltiples formas de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer y accidente cerebrovascular. El síndrome se caracteriza por cambios patogénicos en la sustancia blanca del cerebro. La materia blanca es el tejido a través del cual pasan los mensajes entre diferentes áreas de materia gris dentro del sistema nervioso central. La sustancia blanca es blanca debido a la mielina, la grasa que rodea las fibras nerviosas (axones). Esta mielina se encuentra en casi todas las fibras nerviosas largas y actúa como un aislamiento eléctrico, lo cual es importante porque facilita la transferencia de mensajes de un lugar a otro. A diferencia de la materia gris, que alcanza su punto máximo de desarrollo en los veinte años de una persona, la materia blanca se sigue desarrollando y alcanza su punto máximo en la mediana edad.
Dado que actualmente la CSVD solo se puede diagnosticar mediante una resonancia magnética después de la aparición de demencia o accidente cerebrovascular, los investigadores de la Universidad de California, Los Ángeles (EUA) trataron de determinar si una red interconectada de biomarcadores inflamatorios centrados en IL- 18 y todas las lesiones asociadas previamente a la sustancia blanca podrían detectar cambios patógenos en la sustancia blanca.
Para este estudio, los investigadores midieron las hiperintensidades de la sustancia blanca cerebral (WMH) y el agua libre (FW) en una cohorte de 167 personas cuya edad promedio era 76,4 años y que tenían cognición normal o deterioro cognitivo leve. Además, se midieron los niveles séricos de una red biológica de moléculas de inflamación que incluyen la MPO (mieloperoxidasa), el GDF15 (factor de crecimiento/diferenciación 15), la RAGE (proteína quinasa MOK), el ST2 (receptor 1 de la interleuquina 1), la IL-18 y la MCP (proteína quimioatrayente de monocitos 1). A un subgrupo compuesto por 110 de los participantes también les realizaron una resonancia magnética cerebral mientras que otros 49 fueron examinados por imagenología de tensor de difusión.
Los resultados revelaron que los individuos cuyas pruebas de resonancia magnética o tensor de difusión mostraron signos de CSVD tenían niveles significativamente elevados de las seis proteínas de la sangre. Aquellos con niveles superiores a la media de las seis proteínas inflamatorias tenían el doble de probabilidades de tener signos de CSVD en una resonancia magnética y un 10% más de probabilidades de mostrar signos tempranos de daño en la sustancia blanca.
En una segunda cohorte de 131 individuos que se presentaron para la evaluación de déficits neurológicos agudos después de un accidente cerebrovascular, los investigadores midieron los niveles séricos de 11 biomarcadores inflamatorios. Los resultados de los análisis de sangre de individuos en esta cohorte mostraron que los niveles elevados de las proteínas relacionadas con IL-18 se correlacionan con cambios en la sustancia blanca en el cerebro, detectables mediante resonancia magnética.
“Me sorprendió gratamente que pudiéramos asociar la inflamación del torrente sanguíneo con la CSVD en dos poblaciones bastante diferentes”, dijo el autor principal, el Dr. Jason Hinman, profesor asistente de neurología en la Universidad de California, Los Ángeles. “La esperanza es que esto genere una nueva prueba de diagnóstico que los médicos pueden comenzar a usar como una medida cuantitativa de la salud del cerebro en personas que corren el riesgo de desarrollar enfermedad cerebral de vasos pequeños. Tenemos la esperanza de que esto establecerá el campo en los esfuerzos más cuantitativos para la CSVD para que podamos guiar mejor las terapias y las nuevas intervenciones”.
El estudio sobre la CSVD se publicó en la edición en línea del 24 de enero de 2020 de la revista PLoS One.
Enlace relacionado:
Universidad de California, Los Ángeles
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