Menor mortalidad en pacientes cardiacos que reciben menos sangre durante transfusiones
Por el equipo editorial de LabMedica en español Actualizado el 16 Feb 2015 |
Imagen: Recolectando sangre para transfusión (Fotografía cortesía de Toby Melville).
La transfusión sanguínea podría afectar la mortalidad a largo plazo cambiando la función inmune y aumenta el riesgo de infecciones subsiguientes y recurrencia del cáncer.
En comparación con una estrategia de transfusión restrictiva, una estrategia más liberal podría reducir las complicaciones cardiacas mediante la reducción de daño miocárdico, reduciendo así futuras muertes por enfermedad cardiovascular.
Los médicos en la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson (Nueva Brunswick, Nueva Jersey, EUA) quienes trabajaron con colegas de otras instituciones, reclutaron 2.016 pacientes de 47 hospitales por todo los EUA y Canadá. Los pacientes mayores de 50 años con una concentración de hemoglobina por debajo de 100 g/L al cabo de tres días después de someterse a una cirugía para reparar una fractura de cadera, y una historia de enfermedades o factores de riesgo cardiovascular para la enfermedad cardiovascular, fueron inscritos en el ensayo controlado aleatorio. La mitad de los pacientes recibió una mayor cantidad de sangre transfundida; y la otra mitad recibió transfusiones que eran más pequeños hasta en dos terceras partes.
La población total de 2.016 pacientes incluidos tenía una edad media de 81,6 años (rango 5-103 años), 1.527 (76%) eran mujeres y 1.268 (63%) tenían enfermedad cardiovascular. La concentración media de hemoglobina pre-transfusión fue de 92 ± 5 g/L en el grupo de estrategia de transfusión liberal y 79 ± 6 g/L en el grupo de estrategia transfusional restrictiva. El número de unidades de glóbulos rojos transfundidos después de la aleatorización en la estrategia de transfusión liberal fue 2,9 veces mayor que en la estrategia de transfusión restrictiva. La mortalidad a largo plazo no difirió significativamente entre los dos grupos de tratamiento, dado que 432 (43,2%) de los 999 pacientes murieron en el grupo de estrategia de transfusión liberal y 409 (40,8%) de 1003 murieron en el grupo de estrategia restrictiva. La causa de la muerte no fue diferente entre las estrategias de transfusión y la proporción de muertes por enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las infecciones eran casi idénticos en los dos grupos del ensayo.
Jeffrey L. Carson, MD, profesor y autor principal del estudio, dijo: “Los médicos que realizan cirugías y otros procedimientos juzgan si la sangre es necesaria basada en cuánto han visto que el paciente pierda y observando de cerca los signos vitales como la presión arterial. Si los médicos sobrestiman y proporcionan demasiada sangre, el sistema circulatorio del paciente se puede sobrecargar y la respiración puede verse afectada. El riesgo de infección también puede aumentar. Existen riesgos definidos asociados con la transfusión. Los clásicos son la hepatitis y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Ellos son tan raros como ser golpeado por un rayo, pero aun así, ¿por qué dar más sangre a cualquier persona si usted no puede mostrar los beneficios? El estudio fue publicado el 9 de diciembre de 2014, en la revista The Lancet.
Enlace relacionado:
Robert Wood Johnson Medical School
En comparación con una estrategia de transfusión restrictiva, una estrategia más liberal podría reducir las complicaciones cardiacas mediante la reducción de daño miocárdico, reduciendo así futuras muertes por enfermedad cardiovascular.
Los médicos en la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson (Nueva Brunswick, Nueva Jersey, EUA) quienes trabajaron con colegas de otras instituciones, reclutaron 2.016 pacientes de 47 hospitales por todo los EUA y Canadá. Los pacientes mayores de 50 años con una concentración de hemoglobina por debajo de 100 g/L al cabo de tres días después de someterse a una cirugía para reparar una fractura de cadera, y una historia de enfermedades o factores de riesgo cardiovascular para la enfermedad cardiovascular, fueron inscritos en el ensayo controlado aleatorio. La mitad de los pacientes recibió una mayor cantidad de sangre transfundida; y la otra mitad recibió transfusiones que eran más pequeños hasta en dos terceras partes.
La población total de 2.016 pacientes incluidos tenía una edad media de 81,6 años (rango 5-103 años), 1.527 (76%) eran mujeres y 1.268 (63%) tenían enfermedad cardiovascular. La concentración media de hemoglobina pre-transfusión fue de 92 ± 5 g/L en el grupo de estrategia de transfusión liberal y 79 ± 6 g/L en el grupo de estrategia transfusional restrictiva. El número de unidades de glóbulos rojos transfundidos después de la aleatorización en la estrategia de transfusión liberal fue 2,9 veces mayor que en la estrategia de transfusión restrictiva. La mortalidad a largo plazo no difirió significativamente entre los dos grupos de tratamiento, dado que 432 (43,2%) de los 999 pacientes murieron en el grupo de estrategia de transfusión liberal y 409 (40,8%) de 1003 murieron en el grupo de estrategia restrictiva. La causa de la muerte no fue diferente entre las estrategias de transfusión y la proporción de muertes por enfermedades cardiovasculares, el cáncer y las infecciones eran casi idénticos en los dos grupos del ensayo.
Jeffrey L. Carson, MD, profesor y autor principal del estudio, dijo: “Los médicos que realizan cirugías y otros procedimientos juzgan si la sangre es necesaria basada en cuánto han visto que el paciente pierda y observando de cerca los signos vitales como la presión arterial. Si los médicos sobrestiman y proporcionan demasiada sangre, el sistema circulatorio del paciente se puede sobrecargar y la respiración puede verse afectada. El riesgo de infección también puede aumentar. Existen riesgos definidos asociados con la transfusión. Los clásicos son la hepatitis y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Ellos son tan raros como ser golpeado por un rayo, pero aun así, ¿por qué dar más sangre a cualquier persona si usted no puede mostrar los beneficios? El estudio fue publicado el 9 de diciembre de 2014, en la revista The Lancet.
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Robert Wood Johnson Medical School
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