Análisis de sangre predice deterioro cognitivo en pacientes con Alzheimer
Actualizado el 24 Jun 2025
La rápida progresión de la enfermedad de Alzheimer (EA) es difícil de predecir, especialmente durante la etapa de deterioro cognitivo leve (DCL), cuando la evolución de los pacientes varía considerablemente. Si bien se sabe que la resistencia a la insulina contribuye al desarrollo de la EA, su impacto en la velocidad de progresión del deterioro cognitivo ha sido poco explorado. Ahora, un nuevo estudio presentado en el Congreso de la Academia Europea de Neurología (EAN) 2025 muestra que la resistencia a la insulina, medida mediante un índice rutinario de triglicéridos-glucosa (TyG), puede identificar a pacientes con Alzheimer en etapa temprana, quienes tienen cuatro veces más probabilidades de experimentar un deterioro cognitivo rápido.
Este estudio, realizado por neurólogos de la Universidad de Brescia (Brescia, Italia), se centró en comprender si la resistencia a la insulina podría servir como marcador predictivo de la progresión de la enfermedad en personas con EA temprana. Se centraron en la etapa prodrómica del deterioro cognitivo leve (DCL), donde las trayectorias clínicas pueden diferir significativamente. Los investigadores utilizaron el índice TyG, un indicador indirecto de bajo coste y ampliamente disponible para la resistencia a la insulina, para evaluar la disfunción metabólica en 315 pacientes no diabéticos con déficit cognitivo. De estos, 200 presentaban EA confirmada biológicamente. Cada participante se sometió a una evaluación TyG y a un seguimiento clínico de tres años para monitorizar sus resultados cognitivos.
Los hallazgos del estudio revelaron que, en el subgrupo DCL-EA, los pacientes con el tercio superior de los valores del índice TyG mostraron un deterioro cognitivo notablemente más rápido, con una pérdida de más de 2,5 puntos por año en el Mini Examen del Estado Mental. Este grupo presentó un cociente de riesgos instantáneos de 4,08 (IC del 95 %: 1,06-15,73) para el deterioro rápido, en comparación con aquellos con puntuaciones más bajas de TyG. No se observó una asociación similar en pacientes con enfermedades neurodegenerativas no asociadas a la EA, lo que indica una sensibilidad específica de la enfermedad a la disfunción metabólica en la enfermedad de Alzheimer.
Análisis posteriores mostraron que los niveles elevados de TyG también se asociaron con la alteración de la barrera hematoencefálica y factores de riesgo cardiovascular. Sin embargo, no se observó interacción con el genotipo APOE ε4, lo que sugiere que los factores de riesgo genéticos y metabólicos podrían influir en la progresión de la EA a través de vías independientes. En la práctica, el índice TyG podría ayudar a los médicos a identificar a los pacientes de alto riesgo en las primeras etapas de la enfermedad, ofreciendo la oportunidad de adaptar las intervenciones para mejorar la sensibilidad a la insulina. También es prometedor para refinar la selección de pacientes en ensayos clínicos antiamiloide o antitau. El equipo está explorando cómo se correlaciona TyG con biomarcadores de neuroimagen para facilitar la detección temprana y la estratificación de los pacientes.
“Una vez diagnosticado el deterioro cognitivo leve, las familias siempre preguntan qué tan rápido progresará”, afirmó la Dra. Bianca Gumina, investigadora principal. “Nuestros datos demuestran que un simple marcador metabólico, disponible en todos los laboratorios hospitalarios, puede ayudar a identificar a los sujetos más vulnerables que podrían ser candidatos adecuados para terapia dirigida o estrategias de intervención específicas”.
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Universidad de Brescia