Biomarcadores cutáneos para diagnóstico precoz de esclerosis lateral amiotrófica
Actualizado el 17 Aug 2025
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que daña las neuronas motoras del cerebro y la médula espinal, causando debilidad muscular, parálisis y la muerte en un plazo de tres a cinco años tras la aparición de los síntomas. Si bien algunos casos son hereditarios, la mayoría se presentan de forma esporádica. El diagnóstico precoz es crucial para obtener mejores resultados, pero sigue siendo difícil debido a la falta de resultados concluyentes en las pruebas iniciales y a las limitaciones de las herramientas diagnósticas actuales. Ahora, los biomarcadores cutáneos podrían permitir un diagnóstico más temprano de la ELA.
Investigadores del Hospital Municipal de Chifeng (Chifeng, China) están explorando la piel como posible fuente de diagnóstico temprano para la ELA. La piel comparte un origen embrionario con el sistema nervioso central, lo que significa que los cambios moleculares y celulares en el sistema nervioso podrían reflejarse en el tejido cutáneo. Enfoques similares han detectado depósitos anormales de proteínas en la piel de pacientes con enfermedad de Parkinson antes de que aparezcan los síntomas neurológicos, lo que sugiere que esta vía también podría ser valiosa en la ELA.
Estudios en pacientes con ELA y personas en riesgo han revelado anomalías estructurales de la piel, como fibras de colágeno desorganizadas, engrosamiento de las paredes de los vasos sanguíneos y cambios sutiles en personas con mutaciones genéticas relacionadas con la ELA antes de la aparición de los síntomas. El análisis microscópico muestra alteraciones vasculares, como formaciones de "capa de cebolla" y niveles reducidos de angiogenina, mientras que la pérdida de fibras nerviosas se ha vinculado con alteraciones de la sudoración, la sensibilidad térmica y el dolor neuropático.
A nivel molecular, las células cutáneas presentan una agregación anormal de proteínas vinculadas a la ELA, como SOD1, TDP-43 y FUS, lo que indica que el plegamiento incorrecto de proteínas se extiende más allá de las neuronas. Las mitocondrias dañadas en las células cutáneas presentan una producción de energía reducida y un mayor estrés oxidativo, lo que refleja la patología del sistema nervioso central. Los cambios inflamatorios, como un aumento de las citocinas proinflamatorias y una disminución de las células inmunitarias reguladoras, sugieren además una afectación sistémica del sistema inmunitario.
Hallazgos adicionales, como el aumento de MMP-9 y la disminución de galectina-1, apuntan a vías que conectan la patología cutánea directamente con la degeneración de las neuronas motoras. Estos resultados, publicados en Biomolecules and Biomedicine, indican que la piel podría servir como una ventana mínimamente invasiva a la biología de la ELA. Entre los posibles enfoques diagnósticos se incluyen biopsias pequeñas, mediciones de la densidad de las fibras nerviosas y ensayos moleculares específicos.
Si se validan en estudios más amplios y diversos, los biomarcadores cutáneos podrían acortar los plazos diagnósticos, mejorar el manejo del paciente y proporcionar nuevos conocimientos sobre los mecanismos de la ELA. Esto podría ayudar a orientar el desarrollo de tratamientos específicos y, potencialmente, reemplazar métodos de prueba más invasivos. Los investigadores han enfatizado la necesidad de realizar ensayos clínicos más amplios antes de su adopción clínica.