Primera prueba que utiliza microARN para predecir toxicidad de terapia contra el cáncer
Actualizado el 12 Apr 2025
Muchos hombres con cáncer de próstata en etapa temprana reciben radioterapia corporal estereotáctica (RTCE), un tratamiento de radiación de alta precisión que se completa en tan solo cinco sesiones. En comparación con la radiación tradicional, que suele requerir sesiones diarias durante varias semanas, la RTCE es más rápida y cómoda. Sin embargo, como todas las radioterapias, la RTCE puede causar efectos secundarios. Si bien los efectos secundarios graves son poco frecuentes, algunos pacientes experimentan una toxicidad moderada que puede requerir medicación y afectar su calidad de vida. Actualmente, no se conocen métodos para prevenir, retrasar o revertir los efectos tardíos de la toxicidad por radiación. Un problema común después de la radiación son los efectos secundarios urinarios, como micción frecuente, dolor y urgencia urinaria, que no siempre se pueden controlar a tiempo. Estos efectos secundarios pueden ocurrir de inmediato (toxicidad aguda), desarrollarse más tarde (toxicidad tardía) o comenzar temprano y persistir (toxicidad crónica). Incluso con técnicas de radiación avanzadas, algunos pacientes aún enfrentan estos problemas, y predecir cómo reaccionarán a la radiación sigue siendo difícil.
Investigadores del UCLA Health Jonsson Comprehensive Cancer Center (Los Ángeles, CA, EUA) han validado una prueba que puede predecir con precisión qué pacientes con cáncer de próstata tienen más probabilidades de experimentar efectos secundarios urinarios duraderos después de la radioterapia. Esta prueba, llamada PROSTOX, es la primera de su tipo en utilizar microARN para predecir la toxicidad resultante del tratamiento del cáncer. Al identificar a los pacientes con mayor riesgo antes de que comience la terapia, la prueba podría ayudar a reducir la carga de complicaciones a largo plazo. En un estudio publicado en Clinical Cancer Research, el equipo de UCLA validó la capacidad de PROSTOX para predecir los efectos secundarios urinarios, que pueden incluir dolor del tracto urinario, sangre en la orina, micción frecuente y urgencia o pérdidas. La investigación también reveló que varios factores genéticos están relacionados con diferentes efectos secundarios, lo que destaca la necesidad de enfoques de tratamiento personalizados.

Estudios anteriores del equipo habían identificado que las diferencias genéticas heredadas específicas, especialmente en áreas relacionadas con los microARN, que regulan la función genética, podrían predecir la probabilidad de desarrollar estos efectos secundarios. Usando esta información, desarrollaron la prueba genética PROSTOX, que identifica 32 mirSNP únicos (variantes genéticas en microARN) asociados con efectos secundarios relacionados con la radiación. La prueba clasifica a los pacientes en grupos de bajo riesgo y alto riesgo para desarrollar problemas urinarios graves a largo plazo después de la RTCE. Sus hallazgos mostraron que los pacientes en el grupo de alto riesgo tenían de 10 a 12 veces más probabilidades de experimentar estos problemas. El nuevo estudio tuvo como objetivo validar PROSTOX en un grupo separado de 148 pacientes con cáncer de próstata que se sometieron a RTCE guiada por RMN o TC como parte del ensayo clínico de fase III MIRAGE en UCLA. Además, el equipo empleó el aprendizaje automático, una forma de inteligencia artificial, para crear modelos que pudieran predecir la toxicidad urinaria aguda y crónica.
Los resultados confirmaron que PROSTOX puede predecir con precisión qué pacientes experimentarán toxicidad urinaria tardía significativa, independientemente de si la radioterapia se guió por resonancia magnética o tomografía computarizada. Además, la prueba no se vio afectada por otros factores clínicos como la edad o la dosis de radiación, lo que sugiere que detecta un riesgo genético independiente de toxicidad. El estudio también distinguió entre dos tipos de efectos secundarios urinarios inducidos por la radiación: toxicidad crónica y toxicidad tardía. El análisis genético reveló que estas dos formas de toxicidad tienen características genéticas distintas, lo que implica diferentes mecanismos biológicos subyacentes. La toxicidad tardía parece estar asociada con la disfunción del sistema inmunitario y la inflamación a largo plazo, mientras que la toxicidad crónica podría estar más influenciada por los avances en la tecnología de la radiación, lo que indica que la mejora de las técnicas podría reducir estos efectos secundarios. Con base en estos hallazgos, los investigadores enfatizan la importancia de integrar las pruebas genéticas con la radioterapia moderna para personalizar aún más los tratamientos del cáncer de próstata. El equipo trabaja actualmente para ampliar la validación de PROSTOX en poblaciones más amplias de pacientes y también investiga biomarcadores genéticos similares para predecir los efectos secundarios en otros tipos de cáncer tratados con radioterapia e inmunoterapia.
“Siempre hemos sabido que algunos hombres desarrollan estos efectos secundarios que les cambian la vida y que los acompañarán el resto de su vida, pero hasta ahora no teníamos forma de predecir quiénes los sufrirían”, afirmó la Dra. Joanne Weidhaas, profesora de oncología radioterápica y vicepresidenta de oncología molecular y celular en la Facultad de Medicina David Geffen de la UCLA, y autora principal del estudio. “Lo que distingue a PROSTOX es que analiza la genética única de cada paciente para estimar su riesgo personal de desarrollar efectos secundarios por la radiación. Esto ayuda a médicos y pacientes a elegir el tratamiento más seguro y a evitar toxicidades innecesarias”.